II.
Imaginen como hechos el contenido de los siguientes párrafos:
El director del centro educativo se aproximó a través de la habitación al grupo de docentes que había evitado el contacto visual con él. Éste, tras la chanza y su no espontánea red de risas, narró:
– Coincidí ayer en el Palau con el padre de Liliana Velázquez. Sus palabras sobre nuestra labor me emocionaron.
Pausa para la imaginación de una expectativa.
– ‘ Lo que yo quiero es que mi hija se eduque con vosotros ’.
El director sonrió a continuación, vidriosos los ojos; esperó las sonrisas y los murmullos y, en confirmación recibidos, partió.
——
Imaginen ahora que el encuentro con los y las profesionales de la educación privada sí hubiera acaecido, mas no el que la anécdota del director narra.
Vibra entonces la exactitud de la piedad. Piedad hacia un hombre cuya angustia mide su propio fantasma.