Purdah IV – Imaginen … XLV.

¿ Recuerdan a la mujer que fue el centro de la narración en tres textos anteriores ?

¿ Recuerdan también aquella comunidad de conciencia ? Imaginen ahora, y entre sus miembros, arraigando como la esperanza de un resarcimiento, este desasosiego: quienes en la empresa ocuparan puestos de responsabilidad tales que les permitieran asistir a reuniones, habrían de, al menos, sospechar, que aquellos empleados y aquellas empleadas sin acceso a las reuniones habrían llegado a saber del libro de estilo privado de la empresa.

Mas imaginen que voces de varios miembros de la comunidad de conciencia se hicieran oír:

– No nos delatemos. Ni siquiera apenas. El riesgo para muchas familias es suficiente convicción para no hacerlo. La humillación que sentimos al conocer el contenido de sus reuniones se equilibra con su desconocimiento de este hecho.

– Parece un argumento del miedo a través del pseudo-argumento de un orgullo ficticio.

– Así arguye la supervivencia.

– Así arguye la supervivencia.

Imaginen que, de esta forma, el desasosiego hubiera sido persuadido en absoluto. O no. Imaginen que un miembro de la comunidad de conciencia resolviera que no solamente fuera sospechado su conocimiento de los contenidos de aquellas reuniones exclusivas por quienes a ellas por jerarquía acudieran.

Imaginen.

Imaginen … la Razón por la Lógica. XXXVIII.

La validez de una afirmación cuyo contenido contradice los contenidos de afirmaciones previas descansa en el hecho de que ahora defiendo aquel otro contenido.

Enunciado acaso producido por un empresario o director de colegio privado. Imaginen que la Razón variara en la fluctuación de lo conveniente. La Razón parecería ser, entonces, una abstracción, continuamente modificado su espectro por Lógicas adaptativas.

Imaginen que en la finalidad del beneficio económico, el medio fuera un niño, una niña. Imaginen a madres y padres cuya fe en el espectro de la Razón impidiera reconocer que su contenido es sólo la proyección de la Lógica de la oscilación económica.

Pero imaginen que no. Que lo reconocieran.

Imaginen … un anciano muerto dentro de un ataúd para un bebé. XXXIV.

Imaginen a un niño. Imaginen a un niño que, tras pocos años de vida, fuera recluido en un espacio entre cuyos muros se maleara su cognición por quienes tendrían tal tarea entre sus retribuidas atribuciones. Imaginen que, tras muchos años entre aquellos muros, al ya chico le fuera dado dejar ese espacio y que, aunque efectivamente lo abandonara, sólo fuera brevemente; que el posterior hombre no dudara en solicitar regresar a su interior pasados unos años, en el anhelo de ser, entonces, maleador de cognición. Imaginen que allí continuara, casi cuarenta años después de la reclusión primera.

Imaginen ser capaces de contabilizar el número de años que el niño, el chico y el hombre han habitado en el interior de los muros.

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Imaginen ahora que hablara de un hombre de más de cuarenta años de edad que, tras permanecer quince años en un centro educativo, privado, lo abandonara para cursar unos estudios que, apenas tres años después, le devolvieran a aquel centro para desarrollar una labor descrita como pedagógica. Hasta hoy, no importa cuándo lean ustedes este texto.

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Imaginen detestar haber nacido, pero obstinarse en vivir, no obstante. Imaginen mentirse ocupar otra placenta donde poder fingir no respirar, la falta de mácula, de dolor. Donde fingir protección. Pero imaginen que mácula y dolor le alcanzaran y que negarlos adensara el medio donde suspendido no respirara, reforzando los muros que lo contienen.

Piedad, desde fuera, hacia ese hombre: nació y su recuerdo ha de resultar el de un bebé que no gritó cuando fue palmeado y no tardó en llenar un ataúd que llenó un nicho temprano. Imaginen, así, que hubiera triunfado en su propósito: que no hubiera nacido.

Imaginen … esta hostia. XXXIII.

Imaginen una empresa. Imaginen que tuviera una presidenta la cual, cuando fuera preguntada por cuál sería el objetivo de éxito de su institución, afirmara:

– Querría el mismo éxito que el de la Iglesia Católica … una empresa con dos mil años de historia.

Imaginen la ambición.

Y la astucia.

En esa respuesta se recogería la idea de la fe: la presidenta parecería creer en que el éxito de una empresa depende de la fidelización de una clientela que es creyente en un producto. Ahora imaginen que, a continuación, la presidenta señalara las infecciones que han hecho de aquella Iglesia Católica motivo moral de repudio o burla – no siendo la menor de ellas la de sus miembros -.

Mas, ¿ y si la empresa de esa presidenta fuera un colegio privado ? Imaginen. Se diría que tal presidenta anhela el éxito de la fe, de la religión que convierte en defensora a su parroquia. Al tiempo, las aladas palabras sobre la moralidad de la Iglesia Católica y sus miembros serían la manifestación de la competencia de mercado y de un reconocimiento: mi colegio privado es una empresa, aunque en otros términos se publicite. También, dada su experiencia en el descubrimiento y visión de las infecciones ajenas, la presidenta sería capaz de reconocer a los infectados miembros de su plantilla. No obstante, como en la empresa Iglesia Católica, la corrupción de su propia mantendría su economía. Y entonces se vigilaría … para obviarla.

Así, una presidenta o una directora de almas, a cambio de un diezmo voluntario. Dejen que los niños vengan a mí. Y a la vista de sus progenitores, que hasta allí los han conducido, sacrificados en el altar de la fe económica: tal mi inversión, tales mis beneficios. Sería el triunfo de la creencia en un más allá de gracia … laboral. Paraíso cuya promesa bastaría a los progenitores porque la esperanza y su realidad habrían sido infectadas por otras iglesias que harían de lo económico el depósito material de la bienaventuranza inmaterial.

Hermanos y hermanas en la fe de otros cielos propicios: he aquí vuestra hostia.

Imaginen … al Profesor Valdemoro en el papel de Francisco Franco. XXXII.

Imaginen una empresa y, en ella, una sala de reuniones. Imaginen que en tal habitación se hubieran encontrado empleados y empleadas en la motivación de una convocatoria. Mas imaginen que, abruptamente, entrara otro empleado y, poco después de contemplar a la que consideraría su audiencia, gritara:

¡ Miradme, soy Franco resucitado !

Imaginen que quienes allí estuvieran hilarantes estallaran. Entre ellos y ellas, un empleado, solo, acudiría a consultar la fecha en su reloj: 20 de Noviembre; entonces, el empleado observaría a su compañía y acaso llegaría a preguntarse la procedencia de tal reacción. Acaso concluyera que sólo un propiciado entorno no rechazaría aquella exclamación como inadecuada.

Apenas unas palabras para conocer la luz que dibuja todas las sombras. Verbum sat sapienti est. Una empresa que toleraría tales manifestaciones jocosamente graves por y entre quienes allí se emplearan.

Imaginen que esta empresa fuera un colegio. Privado. Aquel empleado primero, un profesor, cuya autoridad educaría a hijos e hijas con lo dicho, y con lo omitido.

Profesor Valdemoro: persona o máscara de una representación tan real.

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Extenuación por la Implacable Sosa, Volumen II de Cueva de Ilotas Exánimes.

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Recoge los textos clasificados como Imaginen … XVI – XXIX en este blog. También se incluye: Empresas: valles de los caídos.

Extenuación por la Implacable Sosa.

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Imaginen … ser dos veces niño. XXIX.

Imaginen una empresa que un colegio privado podría ser. En su interior, en una sala, un grupo de personas a quienes no habría reunido el azar. Y entre ellas, a una empleada que, en contemplativa atención, estas palabras escuchara:

– Se va a morir allí arriba.

– Es como un niño. Las rabietas, ahora me encapricho con esto, después dejo de hablarte … En estas manos estamos.

– Tanto cambio es una inseguridad …

– Como un crío, como un crío …

Imaginen a la empleada mirar a través de uno de los ventanales. Hacia el jardín, mas sin verlo. Acaso recordaría que en Hamlet ya se escribió; acaso no sabría que Aristófanes lo afirmó antes: dos veces niños son los ancianos.

Imaginen que la empleada mirara de nuevo hacia el centro de la habitación, un ruego a flor de labios: que no se muera allí arriba …, qué tristeza encontrar muerto a un niño.

Imaginen … Ánthrōpos métron. XXVI.

Imaginen una empresa; imaginen que, al comenzar la hora del almuerzo, quienes en ella se emplearan comenzaran a caminar en dirección al lugar donde el alimento fuera servido, pero que tal lugar correspondiera a otro edificio, algo alejado de las oficinas pero a su mismo terreno perteneciente.

Imaginen ahora que un empleado azarosamente hallara, en la transición que sería el trayecto desde las oficinas hasta el edificio, a otra empleada cuya otra afinidad tampoco fuera disímil en la circunstancia de las silbantes tripas.

Imaginen entre ambos la siguiente conversación:

– ¿ Al comedero te diriges ?

– ¿ Disculpa ? … ¿ Al … ?

Comedero, ¿ tú no lo llamas así ?

– ¿ Al comedor ? No … ¿ Se te ha ocurrido a ti lo de comedero ? Porque …

– No, se lo he escuchado a varios jefes de departamento … Me divierte: comedero.

– Bueno …

– Y es que el sitio de marras no es estrictamente hablando un comedor. Fíjate en esta circulación de personas hacia un mismo punto… Desde otra perspectiva, no sé, desde una cierta altura pareceremos una riada …, o ganado. Sí, comedero es una acertada elección. Por algo la usarán quienes la usan, digo yo.

El empleado y la empleada se separarían a la entrada del comedero. Él o ella en sombría mas no novedosa expresión facial.

Imaginen ahora que esa empresa fuera una institución educativa privada; que quienes así hablaran, docentes, formadores. Y que aquella circulación de personas estuviera compuesta, lindando la totalidad, por alumnos y alumnas.

Comedero es una medida.

Empresas: valles de los caídos.

Es una fórmula: una empresa es una reputación y un nombre o marca; en el mercado, la marca ha tener la impronta del monumento: su imponencia, su ser reconocible. Quienes transitoriamente sean utilizables en una empresa lo harán en el nombre de un proyecto que es identificado con la marca y el producto que es vendido. Mas la potencia consumidora que recibe la marca o el nombre desconoce a los hombres y mujeres que dan su impronta de reconocible al monumento.

Hombres y mujeres que en premura de desalojo marcharán, fugaces: olvido entonces, mas no para el presidente de la compañía, para la directora de la institución, cuyos nombres serán recordados, pues, como la marca, no han de estar expuestos a caducidad.

Caídos y caídas, hombres y mujeres a quienes se trata como a un enemigo – pues locura es la inclinación a un sentir que pueda acusarse de vario – y cuyas vidas han enterrado en un monumento que obviará sus nombres en la grabación, pues unos pocos apenas han de ser los indelebles. Mas el dolor aun multiplicará sus aguijones frente a la imagen de que éste, ellos, ellas, no han tenido significación efectiva, pues otros y otras podrían haber ocupado sus lugares: dolor de haber sido forma para un contenido ajeno, llamado propio en el callejón sin salida de la desesperación o de la edad.

Pero aún hay un triunfo último de las presidentas, de los directores: la sonrisa del moribundo o de la mujer que agoniza en el recuerdo orgulloso de su participación en el monumento.

Miren el valle: caminamos sobre tumbas desconocidas.

Imaginen … Streaming live. XXIV.

Imaginen una empresa. A continuación, a su través, esta murmuración: el presidente ha pedido realizar una configuración especial en los ordenadores de todas las zonas comunes, de todos los despachos, de todas las salas de reunión … : los micrófonos de tales aparatos han de hallarse conectados a su ordenador, así que el presidente pueda escuchar cuanto ocurra en zonas comunes y despachos y salas …

Ahora, acompáñenme en un arbitrario paseo por algunos de aquellos lugares y descubran conmigo que varios ordenadores muestran un adhesivo cegando – valga y disculpen la sinestesia – los micrófonos. Imaginen preguntar a las usuarias y a los usuarios de los ordenadores por qué tal alarde de imaginativa decoración. Imaginen escuchar la siguientes palabras: no confía en nadie, es capaz de todo. Nos ha pedido que conectemos los ordenadores tan pronto lleguemos …

Empresa o colegio privado; despacho o aula. Trabajar y tener ignorados espectadores.

Streaming live !

More than nine hours a day !

No money down !

Can you imagine ? !