Imaginen … la Razón por la Lógica. XXXVIII.

La validez de una afirmación cuyo contenido contradice los contenidos de afirmaciones previas descansa en el hecho de que ahora defiendo aquel otro contenido.

Enunciado acaso producido por un empresario o director de colegio privado. Imaginen que la Razón variara en la fluctuación de lo conveniente. La Razón parecería ser, entonces, una abstracción, continuamente modificado su espectro por Lógicas adaptativas.

Imaginen que en la finalidad del beneficio económico, el medio fuera un niño, una niña. Imaginen a madres y padres cuya fe en el espectro de la Razón impidiera reconocer que su contenido es sólo la proyección de la Lógica de la oscilación económica.

Pero imaginen que no. Que lo reconocieran.

Imaginen … esta hostia. XXXIII.

Imaginen una empresa. Imaginen que tuviera una presidenta la cual, cuando fuera preguntada por cuál sería el objetivo de éxito de su institución, afirmara:

– Querría el mismo éxito que el de la Iglesia Católica … una empresa con dos mil años de historia.

Imaginen la ambición.

Y la astucia.

En esa respuesta se recogería la idea de la fe: la presidenta parecería creer en que el éxito de una empresa depende de la fidelización de una clientela que es creyente en un producto. Ahora imaginen que, a continuación, la presidenta señalara las infecciones que han hecho de aquella Iglesia Católica motivo moral de repudio o burla – no siendo la menor de ellas la de sus miembros -.

Mas, ¿ y si la empresa de esa presidenta fuera un colegio privado ? Imaginen. Se diría que tal presidenta anhela el éxito de la fe, de la religión que convierte en defensora a su parroquia. Al tiempo, las aladas palabras sobre la moralidad de la Iglesia Católica y sus miembros serían la manifestación de la competencia de mercado y de un reconocimiento: mi colegio privado es una empresa, aunque en otros términos se publicite. También, dada su experiencia en el descubrimiento y visión de las infecciones ajenas, la presidenta sería capaz de reconocer a los infectados miembros de su plantilla. No obstante, como en la empresa Iglesia Católica, la corrupción de su propia mantendría su economía. Y entonces se vigilaría … para obviarla.

Así, una presidenta o una directora de almas, a cambio de un diezmo voluntario. Dejen que los niños vengan a mí. Y a la vista de sus progenitores, que hasta allí los han conducido, sacrificados en el altar de la fe económica: tal mi inversión, tales mis beneficios. Sería el triunfo de la creencia en un más allá de gracia … laboral. Paraíso cuya promesa bastaría a los progenitores porque la esperanza y su realidad habrían sido infectadas por otras iglesias que harían de lo económico el depósito material de la bienaventuranza inmaterial.

Hermanos y hermanas en la fe de otros cielos propicios: he aquí vuestra hostia.

Imaginen … al Profesor Valdemoro en el papel de Francisco Franco. XXXII.

Imaginen una empresa y, en ella, una sala de reuniones. Imaginen que en tal habitación se hubieran encontrado empleados y empleadas en la motivación de una convocatoria. Mas imaginen que, abruptamente, entrara otro empleado y, poco después de contemplar a la que consideraría su audiencia, gritara:

¡ Miradme, soy Franco resucitado !

Imaginen que quienes allí estuvieran hilarantes estallaran. Entre ellos y ellas, un empleado, solo, acudiría a consultar la fecha en su reloj: 20 de Noviembre; entonces, el empleado observaría a su compañía y acaso llegaría a preguntarse la procedencia de tal reacción. Acaso concluyera que sólo un propiciado entorno no rechazaría aquella exclamación como inadecuada.

Apenas unas palabras para conocer la luz que dibuja todas las sombras. Verbum sat sapienti est. Una empresa que toleraría tales manifestaciones jocosamente graves por y entre quienes allí se emplearan.

Imaginen que esta empresa fuera un colegio. Privado. Aquel empleado primero, un profesor, cuya autoridad educaría a hijos e hijas con lo dicho, y con lo omitido.

Profesor Valdemoro: persona o máscara de una representación tan real.

Imaginen … Ánthrōpos métron. XXVI.

Imaginen una empresa; imaginen que, al comenzar la hora del almuerzo, quienes en ella se emplearan comenzaran a caminar en dirección al lugar donde el alimento fuera servido, pero que tal lugar correspondiera a otro edificio, algo alejado de las oficinas pero a su mismo terreno perteneciente.

Imaginen ahora que un empleado azarosamente hallara, en la transición que sería el trayecto desde las oficinas hasta el edificio, a otra empleada cuya otra afinidad tampoco fuera disímil en la circunstancia de las silbantes tripas.

Imaginen entre ambos la siguiente conversación:

– ¿ Al comedero te diriges ?

– ¿ Disculpa ? … ¿ Al … ?

Comedero, ¿ tú no lo llamas así ?

– ¿ Al comedor ? No … ¿ Se te ha ocurrido a ti lo de comedero ? Porque …

– No, se lo he escuchado a varios jefes de departamento … Me divierte: comedero.

– Bueno …

– Y es que el sitio de marras no es estrictamente hablando un comedor. Fíjate en esta circulación de personas hacia un mismo punto… Desde otra perspectiva, no sé, desde una cierta altura pareceremos una riada …, o ganado. Sí, comedero es una acertada elección. Por algo la usarán quienes la usan, digo yo.

El empleado y la empleada se separarían a la entrada del comedero. Él o ella en sombría mas no novedosa expresión facial.

Imaginen ahora que esa empresa fuera una institución educativa privada; que quienes así hablaran, docentes, formadores. Y que aquella circulación de personas estuviera compuesta, lindando la totalidad, por alumnos y alumnas.

Comedero es una medida.

Imaginen … Streaming live. XXIV.

Imaginen una empresa. A continuación, a su través, esta murmuración: el presidente ha pedido realizar una configuración especial en los ordenadores de todas las zonas comunes, de todos los despachos, de todas las salas de reunión … : los micrófonos de tales aparatos han de hallarse conectados a su ordenador, así que el presidente pueda escuchar cuanto ocurra en zonas comunes y despachos y salas …

Ahora, acompáñenme en un arbitrario paseo por algunos de aquellos lugares y descubran conmigo que varios ordenadores muestran un adhesivo cegando – valga y disculpen la sinestesia – los micrófonos. Imaginen preguntar a las usuarias y a los usuarios de los ordenadores por qué tal alarde de imaginativa decoración. Imaginen escuchar la siguientes palabras: no confía en nadie, es capaz de todo. Nos ha pedido que conectemos los ordenadores tan pronto lleguemos …

Empresa o colegio privado; despacho o aula. Trabajar y tener ignorados espectadores.

Streaming live !

More than nine hours a day !

No money down !

Can you imagine ? !

Imaginen … διαίρει καὶ βασίλευε. XXIII.

Imaginen un despacho en una empresa; oxidado el metal de su ventanal, de ocasión la puerta. En tal habitación, dos empleados en conversación confesional abismados. Habla el más avejentado.

– ¿ Sabes ? Desde donde te hallas sentado, el presidente me habló y me reveló su divisa: ‘Divide y vence‘. Y así continuó:

Esta compañía es inmensa, tiene muchos trabajadores, muchos … Que sospechen unos de otros tiene el efecto del autocontrol, de la persona, del grupo … que es un control como yo jamás podría ejercer directamente … con tanta efectividad. ‘

Imaginen que tal empresa fuera un colegio calificable de privado. Imagínenlo como un panóptico y su solvencia.